Stalin puso a prueba la resistencia del tejido social de la Unión Soviética. Asentado en su control del aparato del partido comunista, lanzó al país a un proceso acelerado de industrialización y a la colectivización forzosa de la agricultura. Los sacrificios por los que tuvo que pasar la población solo se pudieron imponer mediante el establecimiento de una brutal dictadura totalitaria en la que todo tipo de oposición fue eliminado.
La batalla política entre Stalin y Trotsky se había centrado en dos puntos clave. La política económica, la NEP, la posibilidad de que el experimento soviético triunfase sin que la revolución se extendiera a los países europeos más desarrollados.