jun 1, 1914 - Freud describe el cambio

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«Sobre la historia del
movimiento sicoanalítico»

En este camino [hacia la creación del sicoanálisis] hubo que arrumbar una idea falsa que podría haber sido casi fatal para la joven ciencia. Influido por la doctrina de Charcot sobre el origen traumático de la histeria, tendí a aceptar como ciertas v etiológicamente importantes las declaraciones hechas por pacientes en las que atribuían sus síntomas a experiencias sexuales pasivas en los primeros años de la infancia; por decirlo sin rodeos, a la seducción [ver mi corrección a Strachey en la p. 68]. Cuando esta etiología se desmoronó bajo el peso de su propia improbabilidad y contradicción en, circunstancias claramente verificables, el resultado al principio fue un impotente desconcierto. El análisis habiía remitido a aquellos traumas sexuales infantiles por el camino correcto, y sin embargo no eran ciertos [la cursiva es mía]. El suelo firme de la realidad había desaparecido. En aquella época yo habría abandonado gustosamente la tarea entera, del mismo modo que mi estimado antecesor, Breuer, había hecho cuando realizó su ingrato descubrimiento [sobre el amor y la transferencia en el caso de Anna O.]. Quizá perseveré únicamente porque ya no me quedaba otra opción y no podía ponerme a trabajar en otra cosa. Por fin reflexioné que, en definitiva, uno no tenía derecho a desesperar por haber visto decepcionadas sus expectativas; había que revisarlas. Si los sujetos histéricos remontan sus síntomas a traumas que son ficticios, el nuevo hecho que surge es precisamente que crean tales escenas en la fantasía, y es preciso tener en cuenta esta realidad síquica junto con la realidad práctica. A esta reflexión pronto le siguió el descubrimiento de que esas fantasías tenían por objeto encubrir la actividad autoerótica de los primeros años de la infancia, embellecerla y elevarla a un plano superior. Y entonces, detrás de las fantasías, salió a la luz toda la gama de la vida sexual de un niño. Al mismo tiempo que esta actividad sexual de la primera infancia, hizo valer sus méritos la constitución heredada de cada individuo. ... Abraham dijo más tarde la última palabra sobre el tema de la etiología traumática cuando señaló que la constitución sexual característica de los niños está precisamente calculada para provocar experiencias sexuales de un género particular: a saber, traumas.

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