jul 1, 861 - Saqueo de Pamplona
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Después de Fiesole la flota vikinga desapareció durante un año. Björn y Hastein debieron invernar en algún lugar y es posible que navegaran hacia el Mediterráneo oriental para saquear en el Imperio bizantino. Fuentes árabes e hispanas posteriores afirman que los vikingos saquearon Grecia y Alejandría. Si lo hicieron, probablemente fue la flota de Björn y Hastein.
La flota reapareció en 861 cuando atravesó de nuevo el estrecho de Gibraltar, esta vez de regreso a casa. El estrecho tiene menos de 15 kilómetros de ancho, así que las posibilidades de que los vikingos pudieran atravesarlo sin ser detectados eran escasas, y la flota del emir Mohamed I (852-886) estaba dispuesta y esperándolos. De los 60 barcos que le quedaban a Björn y Hastein, sólo 20 escaparon a la emboscada que les prepararon los andalusíes. Es posible que Björn y Hastein no fueran conscientes de la fuerte corriente superficial que fluye constantemente a través del estrecho desde el Atlántico al mar Mediterráneo: su lento avance contra ella dio a los musulmanes todo el tiempo necesario para interceptarlos.
Impávidos ante este desastre, Björn y Hastein siguieron saqueando mientras navegaban hacia casa. Justo antes de abandonar las aguas hispanas, atacaron el pequeño reino cristiano de Navarra y saquearon Pamplona. En un golpe espectacular capturaron a su rey García Íñiguez y lo liberaron a cambio de la suma increíble de 70.000 dinares de oro (aproximadamente 308 kilos de oro).
Los supervivientes de la expedición regresaron al Loira en 862 como hombres muy ricos. Tras la expedición, Björn y Hastein se separaron. Björn regresó a Dinamarca, quizá con la intención de utilizar su riqueza y reputación para reclamar el trono. Nunca llegó y murió en Frisia después de perderlo todo en un naufragio. Hastein permaneció en el Loira y tenía por delante una carrera larga y provechosa. La naturaleza temeraria de la expedición de Björn y Hastein les ganó una reputación como comandantes legendarios, pero el coste había sido muy alto: menos de ⅓ de los que partieron tres años antes habían conseguido volver.
Esto debió dar un respiro para pensar a los demás vikingos porque, a pesar de que siguieron realizando incursiones en la península Ibérica hasta principios del siglo XI, nunca regresaron al Mediterráneo. El estrecho de Gibraltar había demostrado que era un embudo peligroso e inevitable para cualquier flota que intentase entrar o salir del Mediterráneo, y en el futuro los vikingos se mantendrían alejados de él.
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