Los nuevos cineastas, rechazaban las estructuras generales del cine de la época, que juzgaban excesivamente académicas. En cambio, defendían la espontaneidad y el rodaje en exteriores, y también expresar en la pantalla su cultura cinematográfica, incluso su talento de autodidactas, recurriendo a veces a la improvisación y, siempre, a actores nuevos.
Destacan directores como Truffaut, Rohmer o Godard.