No hace mucho tiempo que tener un defecto cardiaco irreversible implicaba la muerte segura. Esto cambió cuando los médicos suecos Rune Elmqvist y Ake Senning diseñaron el primer marcapasos implantable en 1958. Sin embargo, el instrumento falló a las pocas horas de puesto en marcha y fue el ingeniero norteamericano Wilson Greatbatch quien perfeccionó el invento.