La obra de Eisenstein es esencial por sus inimitables aportaciones al lenguaje, especialmente las derivadas de su peculiar uso del montaje. Eisenstein, planteó las combinaciones de planos como conflictos que generasen respuestas emocionales en el espectador (montaje de choque). Una vez conseguido el choque emocional, se producía la sensibilización hacia el problema tratado.