Es imposible expresar cuánto han contribuido a cambiar nuestras vidas estos pequeños artefactos de silicio y metal. Están en todas partes, desde juguetes hasta tanques, pasando por motocicletas y hornos de microondas. Cuando, en 1952, el ingeniero Geoffrey Dummer propuso usar un bloque de silicio cuyas capas contuvieran los componentes electrónicos de un sistema, nadie lo tomó en serio y jamás pudo construir su prototipo. Seis años después, el ingeniero norteamericano Jack Kilby tomó la idea y construyó el primer circuito integrado monolítico, o microchip.