jun 21, 1928 - regresa a Berlín para establecerse como psicoanalista y se embarca en una
tercera “etapa” de análisis con Eugen Harnick, un psicoanalista húngaro
particularmente ortodoxo en cuanto a la regla de abstinencia, ya que apoya la
neutralidad y cultiva la frustración hasta el extremo de evitar dar la mano a sus clientes
al saludarlos y no pronuncia más que una frase por semana. Para señalar el fin de la
sesión sin utilizar la tonalidad de su voz, él se limita a raspar el piso con el pie.14