El 27 de marzo de 1964, Viernes Santo, un terremoto de magnitud 9.2 golpeó Alaska. También provocó un intenso tsunami, con olas que llegaron a superar los 5 metros de altura. Con una duración de 4 minutos, el "gran terremoto de Alaska", como se le conoce, se considera el seísmo más poderoso registrado en la historia de Norteamérica.